No sé si te ha pasado alguna vez, que tienes en mente hacer algo, algo grande, un reto, un sueño, una ilusión por cumplir; o incluso llevar a cabo un compromiso aunque sea más pequeño, pero un compromiso que ayer dijiste ibas a hacer, y hoy, no sabes qué está pasando pero eres incapaz de ponerlo en práctica, eres incapaz de HACER.

Te pregunto ¿te estás dando permiso para HACER aquello que diseñaste? ¿te crees merecedor de cumplir ese sueño que ayer dijiste no ibas a posponer?

En muchas ocasiones, y esto que te voy a contar, te va a hacer entrar en cortocircuito, no llevamos a cabo nuestro plan de acción porque detrás existe la creencia de NO SOY MERECEDOR.

Piensa un instante en aquello que anhelas con tanta fuerza, que solo de pensarlo se te dibuja una enorme sonrisa, piensa en aquello tu OJALÁ. Tómate unos instantes, y profundiza en ese sueño, en ese deseo.

¿Crees realmente que eres merecedor de alcanzarlo, de ser eso que sueñas ser, de tomar esa decisión que tienes en mente, pero que no ves el momento de iniciar?

Siento decirte, que tras ese bloqueo de no saber por qué no estás accionando, de por qué no estás dando los pasos que te acercarán a tu destino, está el pensamiento de que no soy merecedor de lograrlo, porque y ¿si me pongo a hacerlo, y lo CONSIGO? ¿y si lo logro? Es entonces cuando el miedo, diseñado precisamente para no hacer, sale a escena y te dice:

“¿donde vas? si no eres nadie, si no eres suficiente”

 Es en ese momento, cuando replegamos velas, cuando aceptamos esa premisa de no somos merecedores, y cuando no nos damos permiso para ser FELICES.

Solo tras tu propio permiso a hacer porque te lo merezces, porque lo vales, solo en ese momento, es cuando puedes pasar a diseñar, a ejecutar, a accionar, solo cuando sabes que tienes la llave de tu libertad.